Piscina de las Termas de Las Burgas

Está la Burga de Abaixo, que mana a través de dos gruesos
caños y un surtidorcillo en una fuente monumental de mediados del siglo XIX y
que es donde la gente coge agua y hace sus enjuagues y lavatorios. Y está, en
la misma plaza pero a mayor altura, la Burga de Arriba (988 234 202), que fue
acondicionada en 2010 como baño termal (de pago), con gran piscina exterior y
sauna húmeda. Ver al personal bañándose en la vía pública, porque la piscina
está en mitad de la calle, a 150 metros de la Plaza Mayor, es algo que choca
bastante, sobre todo en invierno; pero enseguida se advierte que es un lujo
extraordinario que pocas ciudades del mundo ofrecen y menos por tan poco (3,35
euros).
Además de esto, en noviembre de 2012 se ha inaugurado en la
misma zona el Centro de Interpretación de As Burgas (entrada gratuita, por la
Rúa do Vilar, 8), con cinco salas expositivas, dos audiovisuales y 6.000 metros
de jardines salpicados de restos arqueológicos, donde al visitante se le invita
a dar un paseo por la historia termal de la ciudad, tropezándose aquí con una
natatio o piscina romana, allá con un hipocausto (sistema de calefacción del
suelo ideado por los romanos para las termas) y acullá con un ara votiva
ofrendada a las ninfas por una tataradeuda de los actuales orensanos: Calpurnia
Abana Aeboso.
As Burgas son las fuentes termales más céntricas y famosas
de la ciudad, pero hay media docena más a orillas del Miño. Aguas abajo del
Ponte do Milenio, se suceden durante cuatro kilómetros las pozas y termas de
Chavasqueira, Muiño das Veigas, Outariz y Burgas de Canedo, además de las
fuentes de Tinteiro y de Reza, todas, a excepción de esta última, en la margen
derecha del río. Algunas son instalaciones privadas, spas de estilo japonés
donde lógicamente hay que pagar (tampoco mucho: 4 o 5 euros), pero otras son
baños públicos acondicionados como áreas recreativas de país rico, con
vestuarios, cuidado césped y piscinas naturales de granito, donde uno puede
pasar el día en remojo gratuitamente. Se puede ir andando o pedaleando por el
paseo asfaltado que discurre por la orilla del río o tomar el tren turístico
(988 510 672) que sale cada hora –cada dos, en invierno– de la Plaza Mayor. Un
plano detallado de la Ruta Termal se puede ver aquí.
Las primeras termas que el paseante se encuentra, a 300
metros del puente, son las de Chavasqueira, también conocidas como Baños do
Bispo, que se llaman así porque fueron acondicionadas por el obispo, inquisidor
general, miembro de las Cortes de Cádiz y finalmente cardenal Pedro de Quevedo
y Quintano (1736-1818) para mayor comodidad de los enfermos que peregrinaban en
demanda de estas aguas ardientes, que son mano de santo, según dicen, para las
afecciones reumáticas (artrosis, artritis reumatoide y artritis psoriásica),
secuelas postraumáticas o quirúrgicas, la psoriasis y el acné. Hay unas
pequeñas pozas de uso libre en la ribera ajardinada y hay unas termas privadas
(988 214 821), construidas y decoradas en plan onsen nipón, donde por cuatro
euros uno tiene derecho a 90 minutos de baños, saunas y relajación zen. Se puede
tomar un té verde japonés y comer sushi (por encargo). Y se puede hacer
coincidir la visita con las pulpadas que se organizan los días 7 y 17 de cada
mes en el vecino Campo da Feira y darse un homenaje de octópodo y ribeiro, que
también es muy relajante.
Los siguientes puntos calientes de la ruta son la fuente del
Tinteiro, donde la gente hace cola con sus garrafas para coger unas aguas
recomendadas para los problemas bucodentales y de cicatrización; y, a tres
kilómetros ya del inicio, las pozas de Muiño das Veigas, que son cuatro, la
mayor de 200 metros cuadrados, y cuyas aguas están indicadas para afecciones
reumáticas, como la artrosis, y dermatológicas, como los eccemas y la
dermatitis atópica. Aunque esto de las propiedades curativas es una cantinela
que se repite en todos los baños termales del mundo, la verdad es que en lo
último en que uno piensa al ver este pulcro enclave ribereño y el viejo molino
harinero que le da nombre, primorosamente rehabilitado, es en achaques y
tristezas. Los bañistas están sanos como manzanas y vienen aquí como el que va
a la playa.
Termas de Outariz
Muy cerca, unos 300 metros río abajo, se encuentran las
termas de Outariz (988 364 650), que son del mismo estilo que las de
Chavasqueira, con mucha madera, piedra zen, arce japonés y chorrito cayendo a
través de cañas de bambú. Aunque más grandes, lujosas y caras: 5,15 euros. La
alternativa gratuita son las pozas de Outariz y Burgas de Canedo, que se
descubren poco después, junto a una vistosa pasarela peatonal blanca que cruza
el río a esta altura. Es un lugar cuidadísimo, con vestuario, cafetería y hierba
bien segada, que visto desde las pozas de más abajo, con el moderno puente
detrás, parece una postal nórdica. Es la viva imagen de la civilización y el
bienestar. Las aguas de estas pozas (ocho en total) se supone que son buenas
para las afecciones reumáticas del aparato locomotor. En todo caso, aunque se
tenga el aparato locomotor como nuevo, viene bien engrasarlo, con un chapuzón y
una cervecita, antes de volver por la otra orilla.
--------------------------------------------------
http://www.abc.es/viajar/guia-repsol
No hay comentarios:
Publicar un comentario